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En cuanto a la dimensión comercial de la Navidad, el mercado no hace otra cosa que proveer de objetos el intercambio de dones que los humanos realizan entre sí o con entidades sobrenaturales. El capitalismo excita y parasita exigencias sociales que no ha inventado y que un día, sin duda, le sobrevivirán.:
He ahí el verdadero Espíritu de las Navidades, el de las pasadas, el de las presentes y seguro que el de las futuras, aunque haya sido o vaya a ser bajo otros nombres o con otras formas. Porque las sociedades humanas viven de inercias y repeticiones que le sirven para continuar siendo justamente eso, sociedades, formas que los humanos conciben y organizan con el fin de vivir juntos, puesto que se necesitan. Para ello, el ser humano inventa una y otra vez costumbres nuevas, que son siempre las mismas. Todas tienen, en cualquier caso, idéntica misión: hacer que no se olvide que nadie -le guste o no- acaba nunca en sí mismo, sino que continúa en quienes, visibles o invisibles, le rodean.
(Foto: Elizabeth Maldonado)
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