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dimarts, d’abril 01, 2008

Vida en facetes

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‘Housing’, detall de la façana (2007) d'aquest edifici de Jean Nouvel. És a Chelsea, Nova York.
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L'atorgament a Jean Nouvel del premi Pritzker 2008 em fa pensar en un text que vaig llegir dissabte passat de Vicente Verdú, a El País, sobre la facetació dels objectes. Diu:
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La facetación de la arquitectura o del objeto, de la pintura o del baile, de la nueva cocina o del sexo, viene a corresponderse con un mundo donde ha desaparecido la idea unívoca, la visión omnímoda y la comprensión global.

Lo facetado invita a palpar la complejidad del objeto y a constatar que su estructura no se halla, como un alma, en su venerable interior sino acaso en la inmediata y quebrada piel de su superficie. No hay anclaje interno que sostenga el edificio sino una fachada acondicionada para comunicar una accidentada continuidad. El exterior se encuentra tallado como un brillante y con ello explota un recurso que, en otro tiempo y otro lugar, enfatizaría su valor. El formato, sin embargo, es hoy sencillamente irónico. Vale para un artículo caro o barato, confunde la piedra preciosa con el plástico, el plástico con el cuero, el cuero con el vidrio y el vidrio con cualquier pacotilla de la canción. Lo facetado no es el brillante sino el caleidoscopio donde se ve cualquier cosa sin importar su coste o significación.

Gracias al facetado, el objeto se libera incluso de la óptica y se expresa en su tactilidad, se excluye del juicio sobre su vestidura y se manifiesta en el detalle digital. Todos estos objetos facetados y semejantes se alinean como la coartada de una época que ha cristalizado su lenguaje en una extraña lengua común, no unívoca, sino multívoca, no única sino múltiple, no de una faz sino de muchas, simultáneas, próximas fases. Caras cercanas que se rozan sin juntarse, anexionadas sin fundirse, ajustadas sin integrarse como sucede con los guetos de las grandes ciudades. Caras adyacentes pero aisladas por una calle, una arista, una distinción tan fina como un corte y tan estricta como un tajo.

(...) Todo se halla facetado a pesar de que esta factura fuera el signo de lo exclusivo. Porque lo supuestamente exclusivo es ahora materia prima del gran comercio, un
low cost que elimina una y otra vez la exclusividad siguiendo la manera de las olas que en la orilla, repetidamente, borran la singularidad de unas huellas. El mismo mar, en fin, se remeda facetado en los parques temáticos donde el poliuretano azul sustituye la ondulación del agua y la anidada cualidad de las olas se reemplaza por la papiroflexia del material flexible que imita el vaivén del vendaval.

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