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dissabte, de desembre 25, 2010

La mesura de la justícia


[Carrillo] entendía que a menudo los ideales más nobles de los hombres son incompatibles entre sí y que en aquel momento tratar de imponer en España el triunfo absoluto de la justicia era arriesgarse a provocar la absoluta derrota de la libertad, convirtiendo la justicia absoluta en la peor de las injusticias.

Javier Cercas, Anatomía de un instante, Ed. Mondadori, Barcelona 2009, p. 182. Foto: AP.

4 comentaris:

  1. En efecto, Ramon. Además, de haber sido así él tendría que haber purgado sus crímenes. Aunque supongo que sólo pensaba en los crímenes ajenos. Los muertos que él mató o mandó matar no contaban. Puedes también titular a este "post" "Sobre la justicia hemipléjica". Saludos

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  2. Anònim
    Et recomano la lectura de Cercas, crec que servirà per veure justament que aquest no era el camí si volíem un país democràtic. Tothom tenia comptes pendents.

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  3. Te recomiendo la lectura del último libro de Joaquín Leguina (ya sé que no te gusta, pero qué le vamos a hacer) sobre las memorias, las desmemorias y los rememoramientos interesados. En efecto, la Transición (y lo voy a poner en mayúsculas) tuvo la grandeza de permitir que personas que habían sido ministros de Franco como Fraga o López Rodó, por ejemplo, se sentaran en el mismo Parlamento que la Pasionaria o el mismo Carrillo. Y bien estuvo la ley de amnistía (o las leyes de amnistía). Pero lo que no me resulta concebible ahora es que un repugnante asesino y agente de Stalin tenga que dar lecciones de ética y responsbilidad a todo el mundo. Digamos que compró su respetabilidad durante la Transición, y lo hizo muy bien. Lo que me pasma de todo este revisionismo es precisamente que algunos se muestren muy deseosos de recordar, pero olvidando su propio pasado, cual si fueran inocentes pajaritos. Se compró libertad al precio de justicia, desde luego, pero no sólo por la impunidad de los franquistas. Si nos tenemos que poner abrir fosas, como algunos han hecho por puro oportunismo, no hay más remedio que abrir también las fosas de los otros. Y si hay que darle músculo a la memoria, también recordar quién las cavó. En efecto, no hay inocentes. Este es el problema. El que mata a mil no es menos criminal que el que mata a diez mil.

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  4. De fet, Carrillo ha negat sempre la participació ens els crims que al·ludeixes i no està comprovat que fos així. En tot cas, la idea de la transició és justament la de no fer 'Justícia' per fer un món més just. Aquesta és la paradoxa.

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