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dissabte, d’octubre 09, 2010

L'home, la causa final

La relación entre quienes se sienten españoles y quienes se sienten ante todo catalanes, envenenada por columnistas de Madrid que tildan a Montilla de "charnego acomplejado" y lacayo de los nacionalistas, tiene contrapunto en una cronista barcelonesa que se refiere a Cataluña como a la "vaca que todo el mundo ordeña", víctima de "los vampiros que nos rondan". Y a la par que el concepto de España vuelve en ciertos periódicos a adoptar connotaciones que siempre dieron miedo al propio pueblo español, en los discursos de ciertos políticos catalanes se intercalan declaraciones despectivas que efectivamente aluden a los trabajadores del campo andaluz como parásitos subvencionados de los que conviene despegarse, por ser una rémora en la lucha por abrirse paso en la brutal competición que hoy enfrenta a individuos, culturas, lenguas, y naciones (con Estado y sin Estado). (...)


Aquí mismo he evocado alguna vez con nostalgia los tiempos en que el Norte, a través de los ojos lúcidamente militantes del Visconti de La Terra Trema, se acercaba al Mezzogiorno de los trabajadores de un pueblecito pesquero, a fin de denunciar las razones contingentes de su postración económica, reivindicando la dignidad en la confrontación de aquellos hombres con la naturaleza, y mostrando en los rasgos de su vida cotidiana el espejo de una profunda civilización. Simplemente el gran Visconti se aproximaba al sur con mirada abierta y fraterna, y ello en razón de que tal mirada constituía un corolario del sistema de valores que entonces regía y que marcaba la concepción de los lazos entre pueblos e individuos.

Para desgracia de todos ese fantasma de fraternidad que recorría Europa ha sido reemplazado por un nuevo espectro: el del miedo, la conservación a cualquier precio y repudio de todo aquel que, desde la perspectiva de los pretendidos logros propios, ofrezca imagen de indigencia. Fantasma de derrota de las aspiraciones a la dignidad y a la libertad inherentes a la naturaleza humana; fantasma, en suma, del Mal.

A este fétido estado de cosas no se escapa con sermones ni buenos sentimientos. Habrá fraternidad entre pueblos cuando la máxima subjetiva de la acción política vuelva a incluir objetivos de universal liberación, cuando la causa del hombre (abstracta si no plantea las condiciones sociales de posibilidad de realización de la naturaleza humana) vuelva a ser simplemente la causa final.

Víctor Gómez Pin, Extracte de l'article "El Mal", a El País, 3.10.2010.

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