Nada es íntegro ni de una pieza, sino todo quebradizo y envenenado, corren venas de apaciguamiento por el cuerpo de la guerra y el odio se infiltra en los amores y las compasiones, la tregua en el lodazal de plomo y la bala en los entusiasmos, nada soporta ser único ni prevalecer ni ser dominante y todo necesita fisuras y grietas, o su negación simultánea con su existencia. Y así nunca se sabe nada a ciencia cierta y se cuenta todo figuradamente.
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Javier Marías, Negra espalda del tiempo. Ed. Alfaguara, Madrid, 1995, pp. 244-245.
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