De nou us recomano un article de l'Antoni Puigverd, aquesta publicada ahir al rotatiu La Vanguardia, en la que es lamenta de la superioritat moral que exhibeix el laïcisme. Entre d'altres coses, diu:
Tiene complejo de superioridad, pero, paradójicamente, ha perdido el sentido crítico. En efecto, los voceros artísticos, periodísticos o políticos del laicismo todavía no han iniciado entre nosotros el proceso de reconocimiento de los fracasos (o límites) históricos de la revolución ilustrada iniciada en el siglo XVIII (cuando se inventó precisamente el mito de Hipatia, opuesto al supuesto oscurantismo de la religión). Después de tres siglos de victoria ideológica, derrotada por tierra, mar y aire en Europa la cultura católica o protestante, ¿puede realmente el laicismo considerar que (dejemos a un lado ahora el islam) la religión ha sido sustituida por la razón? ¿Acaso los dos grandes desastres del siglo XX (el nazismo y el Gulag ruso) no son deformaciones colosales (entre las más desastrosas y violentas de la historia) del pensamiento racional? ¿Acaso el imperio de las emociones que caracteriza el presente europeo no está en las antípodas del imperio de la razón?
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Atrapada en un laberinto de consumo e hipnosis mediática, la ciudadanía está ahora libre de dogmas, ciertamente. Pero no de esclavitudes (no por menos explícitas menos omnipotentes). La época de la razón ha generado no pocos monstruos. Los que la abanderan con tópicos sectarios y reduccionistas, burlándose de cinco mil años de tradición cultural judeocristiana, deberían abandonar, como mínimo, sus alardes de superioridad moral. Cuanto más saben los físicos (en vanguardia de la ciencia actual), más dudan de la certeza puramente científica. Y no pocos, entre nosotros David Jou, reencajan el conocimiento científico con una visión trascendente de la vida.
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