- Quiero, por favor -dijo el joven con precisión-, un bollo de medio penique y una taza pequeña de café solo. -Y un instante antes que se fuera la muchacha añadió-: Y también quiero que se case usted conmigo.
La joven de la tienda se puso muy tiesa de pronto.
-No tolero ese tipo de bromas.
El joven pelirrojo la miró con sus ojos grises nublados de repentina gravedad:
- La pura verdad -dijo- es que se trata de algo muy serio..., tan serio como el bollo de medio penique. Es caro como el bollo. Hay que pagarlo. Es indigesto como el bollo. Duele.
G.K. Chesterton, Los relatos del Padre Brown, trad. M. Temprano, Ed. Acantilado, Barcelona, 2008, p. 102.
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