Francamente, dan ganas de recordar aquel viejo dictum según el
cual quien dice que no es ni de derechas ni de izquierdas seguro que es
de derechas. Pero no es verdad; la verdad es todavía peor. Desde su
nacimiento durante la Revolución Francesa hasta ahora mismo, izquierda y
derecha nunca han sido conceptos absolutos, sino sólo relativos, igual
que norte y sur o que arriba y abajo: como dice Norberto Bobbio,
izquierda y derecha proponen solamente soluciones distintas u opuestas a
problemas colectivos, contrastando ideas, intereses y valoraciones
sobre la dirección que puede darse a la sociedad. Así que, del mismo
modo que es imposible orientarse en la realidad física sin el norte y el
sur y el arriba y el abajo, sin la izquierda y la derecha es imposible
orientarse en la realidad política. O, dicho de otro modo: quien dice
que no existe ni la derecha ni la izquierda, lo que quiere decir es que
no existe la política. Y si no existe la política, lo único que existe
es el dinero. Y, como ha escrito Ramoneda citando a Polanyi, cuando el
poder económico se impone al político -cuando las agencias de
calificación no electas se imponen a los Gobiernos electos, por
ejemplo-, el fascismo acaba llamando a la puerta. Ese es el nombre
verdadero de la enormidad a la que, a menos que intervenga la política,
podemos tener que enfrentarnos.
Javier Cercas, "La enormidad", a El País Semanal, 7/8/2011
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