Sin embargo, no era ni un charlatán ni un niño, sinó un lógico y apasionado acostumbrado a coger las cosas que le gustaban. Su poesía era tan directa como la prosa de cualquiera. Ambicionaba la fama o el vino o la belleza de las mujeres con una tórrida franqueza inconcebible para los brumosos ideales o compromisos del norte; a las razas más indecisas aquella intensidad les sonaba a peligro incluso a crimen. Como ocurre con el fuego o con el mar, era demasiado franco para ser de fiar.
G.K. Chesterton, Los relatos del Padre Brown, trad. M. Temprano, Ed. Acantilado, Barcelona, 2008, p. 288.
Il·lustració: Francisco de Goya, Sant Joan Baptista infant (1805-1812).
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