dimarts, de desembre 28, 2010

El Nadal dels morts


(...) “¿Qué es para ti la Navidad?”, me pregunta Jordi Sacristán (...) Navidad es el tiempo de mis muertos.

Así consta en un famoso cuento de Joyce. Después de la cena de Navidad en casa de las tías Kate y Julia, después de la abundante comida, de las discusiones políticas, de los brindis, cánticos y conversaciones, y después, claro está, de su aplaudido discurso literario, Gabriel se dispone a salir. Pero Gretta, su esposa, se detiene extasiada en el quicio de la puerta. Aduciendo ronquera, Bartell d'Arcy, que no quiso actuar en toda la velada, está finalmente cantando. Una antigua melodía: La joven de Aughrim. El rostro de Gretta cambia súbitamente y, en el coche, de regreso al hotel, se muestra ensimismada.

Quizás debido al extraño distanciamiento de su esposa, Gabriel siente un poderoso impulso sexual, pero no consigue atraerla. La conversación avanza penosamente hasta que, en un ataque de llanto, ella le cuenta que un joven murió por ella poco después de cantarle, en plena noche, La joven de Aughrim. Era un joven pretendiente de salud precaria. Desafiando la lluvia, se escapó de la cama en la que estaba recluido a causa de la tuberculosis, para cantar bajo su balcón con la esperanza de verla. Ella le dijo que se iba a morir con tanta lluvia, pero él respondió que no quería seguir viviendo. “¡Puedo ver sus ojos ahí mismo!”. Después de contarle la historia de Michael Furey, Gretta, finalmente, se duerme. Gabriel siente una punzada de celos y admira cómo su esposa ha guardado durante tantos años en su corazón la mirada de este joven. Supone que esto, que él nunca ha sentido, es verdaderamente amor. Mira por la ventana. Está nevando. Observa la nieve caer sobre la ciudad, sobre Irlanda entera. Sobre los vivos y los muertos. Cubre la calle y cubre las lomas del cementerio en el que está enterrado Michael Furey.

Nunca se marchan nuestros muertos, propiamente. Descansan en algún cementerio remoto y regresan justamente para estas fechas navideñas. Este es el verdadero significado del anuncio más tópico de estas fechas. Se reúnen en nuestras mesas, nos cuentan sus viejas historias, nos recuerdan sus olores y gestos, el sonido de sus voces, sus miradas. Cuestionan nuestros pasos. “¿Por qué?”. Preguntan por todo. Especialmente por aquello que ya no puede arreglarse.

(...)De esto habla la Navidad: de la extraña manera que tiene el invierno de mezclarse con la primavera. El invierno representa a la muerte, pero empieza con la Navidad, que promete la luz. La luz es ahora corta y débil, pero triunfará dentro de unos meses. La Navidad promete esta luz no sólo a los que siempre ganan, sino a los que siempre pierden. Sobre esta promesa se funda nuestra civilización ahora en crisis. El humanismo.

Antoni Puigverd, "La Navidad de los muertos", a La Vanguardia, 27.12.2010
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