Cuando se habla de hombres públicos, de hombres de Estado, no hay que negarles cierta dosis de placeres privados, porque el bien público depende también de eso.
(...) Sin placeres privados, el hombre que gobierna o legisla pierde, especialmente hoy, su dimensión humana.
Guido Ceronetti, El silencio del cuerpo, Ed. Acantilado, Barcelona, 2006, pp. 145-146.
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