dimarts, de març 18, 2008

La senda de Bach | Setmana Santa a 'El Socialista' (1927)

La senda de Bach



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Diumenge no vaig poder ser a Montserrat al concert en què ens convidava la Maria. No es pot ser a tot arreu... Com una premonició ens deixà aquesta ària (Erbarme Dich -Tingueu pietat-) al seu bloc que avui em permeto de reproduir. Només per la Passió segons Sant Mateu ja em sembla un molt bon motiu per enamorar-se de Bach i deixar-se endur per la seva virtuosa senda.
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I ara una impsovisació sobre Bach que féu Bobby McFerrin a partir d'aquesta peça en un festival de versions a Leipzig el 2000 que vaig seguir al·lucinat un dia per la TV (en vaig comprar el DVD però l'he perdut...) i aque aquí en trobareu algunes peces.
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Setmana Santa a El Socialista de 1927
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De la web del PSOE extrec aquest poema publicat a l'òrgan d'expressió del Partit a l'any 1927. És una visió relament molt curiosa, si tenim en compte, a més, la tradicional vocació anticlerical dels socialistes d'aleshores. Em fa gràcia la identificació icònica del Crist amb la passió del Poble sofrent. Crec que és plenament actual. O, dit d'una altra manera, que la compatibilitat entre la identitat cristiana i la socialista no és cosa d'ara.
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Entre cuatro cirios,
clavado al madero,
viene por las calles Padre Jesucristo.
Le abre paso el Pueblo.
Ve al crucificado
como a un compañero…
y con la mirada del que ha comprendido
la pena sin nombre con que había muerto,
lo sigue…, lo sigue…
Se siente el silencio.
Dos hoscas parejas de guardias civiles
lo van custodiando (lo mismo que a un preso),
y la móvil talla, que al andar oscila,
los va bendiciendo.
Los turiferarios, con gestos de enfado,
le van arrojando los golpes de incienso;
y detrás le tocan una marcha fúnebre,
como a uno cualquiera que llevan de entierro.
Se oye el ritmo sordo
que forma en el suelo
el pisar del grupo de hombres que a cuestas
lo van conduciendo.
(Como son obreros no van de etiqueta; pero van tapados por el buen efecto).
La calle es angosta.
Es la medianoche; las luces, a trechos.
Nadie hace ruido; y cuando hay alguien que a media voz reza,
se le siente el rezo.
Repentinamente se alza un clamoreo: “¡Páralo! ¡Que pare!”.
Lo paran en seco. Y en la madrugada, bajo las estrellas
que aclaran el cielo, sale la quejumbre
de una saeta triste que se mete adentro…
¡Oh aquellas mujeres, que en la faz del Mártir
los cinco sentidos le tenían puestos,
como a sus palabras vi que les brotaba
la perla echa lágrimas de los sentimientos!
Nuevamente, el Cristo
sigue el derrotero…
Lo paran delante
del Ayuntamiento.
Allí están en público las autoridades (Seriedad, Respeto)
Detrás hay algunos señores, solícitos como camareros.
(No lo son sin duda pues no lo aprendieron).
Como Cristo siempre fue bien educado,
y aunque está cadáver, aun es caballero,
no pasa de largo
sin más miramientos,
sino que se para, da frente, se inclina,
y cuando lo mandan, echa a andar de nuevo.
Y va el pobre Muerto, las carnes desnudas,
la expresión agónica volcada hacia el pecho,
entre la compañía que más amó siempre:
entre la del Pueblo.

Fernando Díaz Escámez, Cuadro de Semana Santa: El Cristo a El Socialista, 14 d'abril de 1927, p.1.
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