divendres, d’octubre 07, 2011

Alguna cosa vol ser dita


La notícia de la concessió del Premi Nobel de Literatura d'enguany al suec Tomas Tranströmer, de qui no he llegit res, ve il·lustrada a El País amb aquest fragment del poema Bàltics (1974), inclòs a El cielo a medio hacer, "en el que el autor cuenta la historia de un hombre afectado por la misma enfermedad que sufre desde 1990", diu el diari. M'interessa, d'aquest poema (i potser d'ara en endavant d'aquest autor), la claredat en què mostra la impossibilitat de dir-ho tot en paraules. la dificultat de desxifrar del tot el que ens envolta, el que ens passa, el que anhelem o ens fa dolor I, alhora, la necessària reducció (en forma de lapsus, diu l'autor) que fa tot llenguatge de la realitat que pretén comunicar sabent que, si no és comunicada, però, té el risc de morir o de no seguir l'anhel profund que hi ha en tota existència ("algo quiere ser dicho"). I crec que d'això, d'aquesta tensió, en realitat, és del que tracten la literatura i l'art. També en parlava ahir el poeta dominic Antonio Praena al seu bloc. Aquí va el poema:



2 de agosto. Algo quiere ser dicho pero las palabras se niegan.

Algo que no puede ser dicho,
afasia,
no hay palabras pero tal vez haya un estilo...
Sucede que uno se despierta por la noche
y arroja rápidamente unas palabras
en el papel más cercano, en el margen de un periódico
(¡las palabras resplandecen de sentido!)
pero por la mañana: las mismas palabras ya no dicen nada,
garabatos, lapsus.
¿O fragmentos del gran estilo nocturno que pasaron de largo?
La música llega a un ser humano, él es compositor, él la interpreta,
hace carrera, llega a ser Jefe del Conservatorio.
La coyuntura cambia, las autoridades lo condenan.
Como Jefe de la Fiscalía nombran a su alumno K****.
Es amenazado, degradado, desterrado.
Pasan algunos años y la desgracia se atenúa, es rehabilitado.
Entonces llega el derrame cerebral: parálisis en el lado derecho
con afasia, solo comprende frases cortas, dice palabras inadecuadas.
Así, no lo alcanzan ni el ascenso ni la condena.
Pero la música permanece, sigue componiendo en su propio
estilo,
se convierte en un fenómeno de la medicina por todos los años
que le quedan por vivir.
Escribió música para textos que ya no comprendía:
del mismo modo
expresamos con nuestras vidas algo
en el coro que tararea lapsus.