La rosa, símbolo de la pasión por la nada, lleva sobre sí el estigma de Caín, según la interesante etimología que la carmelita Christine Kaufmann da para nadie (Kein-er); su libertad reside en ser de nadie, pero tampoco de sí mismos.
Amador Vega comentant un poema de Paul Celan a Tres poetas del exceso. La hermenéutica imposible en Ekhart, Silesius y Celan (Fragmenta, Barcelona, 2011, p. 119), que ell mateix i Lluís Duch presenten demà dimarts dia 4 a La Central.
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