Hay una modernidad espectral, no menos importante que la dinámica y revolucionaria, cuyas señas de identidad son la inmovilidad y la introspección. Es una modernidad poco confiada en el progreso, históricamente descreída y escéptica ante la capacidad de transformación ética del arte. (...)
Para De Chirico, el arte apenas guarda relación con la realidad, a no ser que se le considere un receptáculo de sus escombros. (...)
Quizá (...) pueda aludirse a un arte metafísico, voluntariamente desgajado del escenario en el que nace, sin una determinada carga simbólica ni psicológica, sin el odio al pasado del expresionismo y sin la fe en el porvenir del futurismo. (...)
Su lenguaje lleva a ser tan desconcertametemente objetivo porque expresa el triunfo de los objetos sobre las emociones. (...)
"Todo lo que existe en el mundo está puntado como un enigma" [Giorgio de Chirico]
Rafael Argullol, Maldita perfección, Ed. Acantilado, Barcelona, 2013, pp. 146-156.
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