Mark Rothko (...), nacido en Rusia de familia judía, podemos descubrir tambié la desnudez sígnica de la tradición hebraica i la austera profundidad del icono. (...) Como Turner, Rothko había estudiado atentamente los poderes de los colores como vehículo, no de la representación, sino de la esencia de la luz. (...)
Necesariamente el arte desborda lo artístico para abrazar lo humano e incluso lo cósmico. (...) De la misma manera que la brutalidad de la segunda guerra mundial favoreció el despojo icónico de los años cuarenta, no creo que las pinturas negras de Raothko estén al margen de Ausschwitz o de Hiroshima.
Rafael Argullol, Maldita perfección, Ed. Acantilado, Barcelona, 2013, pp. 225-230.
Il·lustració: Mark Rothko, Sense títol (negre i gris), 1970.
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