Si fa unes setmanes us explicava el cas del vídeo post-mortem que va deixar un advocat guatemalenc pressumptament assassinat per ordre del president de la República, i la reflexió que en feia Moisés Naím a El País, al mateix diari (dilluns de la setmana passada) hi tornava José Ignacio Torreblanca (foto) en el sentit que l'aparició d'internet, a més a més del miler de riscos que tothom hi veu, suposa també uns avenços importantíssims per a la denúncia política i -per tant- per l'avenç de la democràcia.
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Ho exemplifica dient que Internet "está haciendo que las dictaduras del siglo XXI echen de menos el siglo XX. Como muestra el caso iraní, las nuevas tecnologías de la comunicación están permitiendo a los ciudadanos organizarse de una forma inédita en la historia. Nada más producirse los primeros disturbios, el régimen prohibió a los periodistas extranjeros salir a la calle y, posteriormente, comenzó a expulsarlos. Buen intento, especialmente en lo que se refiere a los corresponsales del servicio de la BBC en farsi, cuyas emisiones desde Londres obsesionan al régimen hasta el punto de gastar millones de dólares en interferirlas. En el pasado, esto hubiera implicado un apagón informativo total. Hoy, gracias a Internet, todo disidente es un corresponsal de la BBC, de tal manera que en sus estudios de Londres viene recibiendo una media de 10.000 correos electrónicos diarios y tres videoclips por segundo con información en tiempo real sobre lo que allí está ocurriendo".
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I acaba així: "Las teocracias se basan en el monopolio de la palabra, en las democracias los ciudadanos tienen la última palabra. Durante veinte años, el régimen ha hablado a los iraníes, pero no les ha permitido responderle. Ahora los ciudadanos han descubierto que pueden hablar entre ellos. Es ilusorio pensar que Internet llevará la democracia a Irán, serán los iraníes los que lo hagan, pero es evidente que Internet ha permitido a los iraníes celebrar la segunda vuelta de unas elecciones cuyos resultados les han robado. El líder supremo no está en Facebook, así que lo tendrá difícil en la segunda vuelta".
Dijous passat, però, a El País, un nou reportatge posava aigua al vi sobre la capacitat real de mobilització de les xarxes, especialment de Twitter, a la vista dels fets ocorreguts a Iran o Xina, on el poder polític continua molt ferm també en en control de la xarxa. Xulio Ríos, de la Casa Àsia, complementa la informació amb un bon article sobre el control del Govern comunista xinès sobre els internautes.
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