Me da la impresión que ustedes sólo perdonan los pecados que no consideran pecaminosos. Sólo perdonan a los criminales cuando cometen algo que no consideran crímenes (...) Déjennos con quienes cometen crímenes verdaderamente viles y repugnantes, tan viles como el de san Pedro cuando cantó el gallo y aún así amaneció.
G.K. Chesterton, Los relatos del Padre Brown, trad. M. Temprano, Ed. Acantilado, Barcelona, 2008, p. 904.
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