dilluns, d’abril 29, 2013

El guapo i el lleig


En ese momento se hizo el silencio y un joven delgado se acercó al grupo de hombres a toda prisa. Su rasgo más notable es que pertenecía a ese tipo de hombres, y también de mujeres, que son demasiado guapos para que se les tenga por guapos.

(...) Nadie, ni siquiera la menos remilgada, hubiera dicho que el recién llegado era demasiado guapo. Tenía las orejas muy grandes y cara de sapo, y se les quedó mirando con una fijeza espeluznante, que el padre brown atribuyó a que tenía un ojo de cristal. De hecho, la mirada que les echó era tan vidriosa que el clérigo se sintió tentado a pensar que aquel hombre tenía los ojos de cristal. Sin embargo, la experiencia del cura, tan distinta de su imaginación, le sugirió diversar causas naturales para una mirada tan antinatural, y una de ellas era el abuso del don divino del licor fermentado.

G.K. ChestertonLos relatos del Padre Brown, trad. M. Temprano, Ed. Acantilado, Barcelona, 2008, pp. 1054.