(Icona de la M. de Déu de Vladimir, s. XII) |
El icono está destinado a 'abrir los ojos', a desvelar la Paz prometida y a despertar el anhelo del eros por la luz. (...) Con su sobriedad luminosa se dirige al mal del mundo e invoca su conversión. (...) No se opone al mal por la fuerza, ni con exhortacione svacías, sino (...) integrado en su propia bondad. (...)
El Logos es la Palabra eficaz, es la acción, el Verbum del Padre, no sólo su nombre. No solo 'forma' del padre sino su realidad.
Massimo Cacciari, Iconos. Imágenes extremas, Ed. Casimiro, Madrid 2011, pp. 11-12
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